Este índice anual, que mide cuán corrupto se
percibe el sector público de cada país a través de una docena de estudios
comparativos, destaca que el 69% de los países analizados suspenden en
transparencia (58% dentro del G20) y que la media mundial es de 43 puntos sobre
cien.
El informe internacional
establece que el aparato público y político de
Chile y Uruguay son los menos corruptos de América Latina, y de
igual forma el informe establece que los
países menos transparentes son a Venezuela y Paraguay.
A nivel mundial Chile y
Uruguay comparten la posición 21, de 175
países, con 73 puntos (sobre un máximo de cien), seguidos por Puerto Rico (puesto 31, 63 puntos) y Costa Rica (puesto
47, 54 puntos).
En el mismo sentido, el informe ordena las regiones en orden decreciente de
transparencia, estando en primer lugar
Europa Occidental (66 puntos), seguida por Américas (45), Asia Pacífico
(43), Oriente Medio y Norte de África (38), Europa del Este y Asia Central (33)
y África Subsahariana (33).
En tanto, Somalia y Corea del Norte se
mantienen como los países más corruptos del mundo.
El Presidente de Trasparencia
Internacional, José Antonio Viera-Gallo dijo a Radio Universidad de Chile que:
“Falta mejorar las normas sobre financiamiento de la
política; nos falta que haya mayor fiscalización a nivel municipal,
principalmente los permisos de construcción; nos falta también mejorar todo lo
que se refiere al buen uso de recursos públicos en materia educacional, tanto
por municipios como por sostenedores particulares; nos falta mejorar que haya
mayor probidad en materia de armamento. Tenemos un camino por recorrer. Chile
está muchísimo mejor que otros países y eso en vez de hacernos bajar la guardia
debería, al contrario, hacernos apurar el paso”.
El medidor internacional sienta un
precedente respecto de la excelente calidad humana, ética y moral de funcionarios
públicos con los que cuenta el Estado Chileno además de sus Instituciones. Así esta condición debe ser motivo de orgullo nacional pues da
cuenta de un valor que debe ser ponderado
por las autoridades de nuestros país y que obliga a cada mujer y hombre
que es agente del Estado a mantener y mejorar estos índices que hoy instalan a
Chile en una posición de privilegiada en
términos de la probidad a nivel mundial.
Una especial mención deben tener aquí los
trabajadores penitenciarios, pues pese a las postergaciones, carencias y
necesidades que diariamente enfrentan y a
las tentaciones que emanan de aquellos que han sido apartados de la
sociedad, han sabido cumplir con su deber de aportar a la sociedad Chilena sobreponiéndose
con una conducta ética y moral que enaltece su noble labor.


